En la hora torcida de mi vida
Comenze a escribir este poema, con el penúltimo aliento de una superviviente
ala que conozco desde que naci, sirva como último arañazo sobre la carne colgante del destino, como asidero para alcanzar la superficie
Y gritar al miserable Dios del tiempo:
Hijo de perra , sigo aqui.